viernes, 26 de noviembre de 2010

Domingo 28 de Noviembre de 2010 1er. Domingo del Tiempo de Adviento

Is 2,1-5:                                
El Señor reúne a todas las naciones en la paz eterna
el Reino de Dios

Salmo 121, (1-9)
Vamos alegres a la casa del Señor.

Rom 13,11-14
Nuestra salvación está cerca.

Evangelio según San Mateo 24, 37-44

Punto central del evangelio: Estad en vela para estar preparados, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor

2. Resumen para reflexionar
Jesús, que conoce profundamente la mentalidad de su pueblo, previene a sus seguidores para que no repitan las mismas actitudes de la gente del tiempo de Noé. El pueblo se confió demasiado sintiéndose depositario de las promesas de Dios; saberse pueblo de la elección y de la alianza, tal vez alimentó demasiado su orgullo, pero no supo dar los frutos que dicho don implica. Del mismo modo, Jesús quiere que sus seguidores estén atentos y vigilantes para que no caigan en la misma tentación. Su segunda venida será primordialmente para recoger esos frutos propios de quienes viven y sienten en sus propias vidas los efectos reales de la salvación.

3. Interrogantes para reflexionar

  • Jesús nos habla de los signos de los últimos tiempos ¿cuáles son los signos prácticos de esperanza en nuestras comunidades?
  • ¿Qué valor les damos?
  • ¿Qué cambios voy a asumir para responder la invitación de Jesús?

4.  Conclusión personal:

Hoy, el evangelio nos motiva para que revisemos la virtud de la esperanza, y al mismo tiempo nos pone en guardia contra aquella actitud de simple “espera”. En la espera no necesariamente tengo que implicar mis energías o esfuerzos personales, pues lo que generalmente esperamos son eventos, personas o cosas que se pueden presentar o no, lo cual casi nunca depende de mí; la esperanza, por el contrario, implica todo mi empeño. Yo estoy seguro, desde mi fe, que el objeto de mi esperanza se realizará, y que mientras ello sucede yo debo estar en vigilancia manifiesta en mis obras.

5. Conclusión comunitaria:

Queda en este primer domingo de adviento la reflexión sobre la calidad de mi esperanza y de la esperanza que debo sembrar en el ambiente en donde transcurre mi vida cotidiana. El cristiano que está preparado es aquel que vive lo ordinario tan libremente, tan conscientemente, que esto lo mantiene despierto para lo inesperado, incluida la hora extraordinaria, la última, quizá traicionera.

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